El
ser humano se ha caracterizado desde sus orígenes por la necesidad de conocerse
a sí mismo y el entorno natural que le rodea. Sus primeros intentos de
explicación serán, hasta cierto punto, de carácter pre-racional: la magia, el
animismo, el mito y lo sapiencial como antesala del comienzo de la filosofía.
La
especie humana ha logrado sobrevivir gracias a sus pensamientos y a sus
descubrimientos. El Homo Sapiens se adaptó a las nuevas condiciones naturales,
observó los incendios y se atrevió a sostener un palo ardiente, que le sirvió
para defenderse de otros animales haciéndolos huir con el fuego. El uso y
control de este elemento fue el primer descubrimiento de la humanidad, pues
gracias al fuego aprendió a cocinar sus alimentos, a defenderse y proteger su
entorno, ampliando y explotando una fuente de energía y alimento. Un gran
cambio se inició en el Oriente Medio, donde advierten lo cómodo que resultaba
reunir manadas de animales para aprovecharlos cuando se necesitaba, en lugar de
andarlos cazando en el campo o en los bosques; hacia el año 10 000 a. C. ya tenían
rebaños de cabras que les proporcionaban leche, queso, carne y piel.
Asimismo,
el Homo Sapiens observó que después de un incendio crecía hierba nueva y nuevos
árboles frutales. Descubrió la agricultura y muy pronto la alfarería primitiva,
factores que lo ayudaron a transformarse de nómada a sedentario. Fue entonces
cuando descubrió herramientas a partir del palo y la piedra, que tallaba
burdamente y que usaba para cavar, golpear y defenderse. Sus pulgares eran
capaces de contraponerse, por ello, se apropió de herramientas y armas para
imponerse sobre los demás seres que le rodeaban, acumulaba posesiones, y esto
originó la guerra; sólo cuando se posee la tierra, surge la necesidad de
defenderla.
El
conocimiento humano en el proceso adaptativo tiene su propia evolución y su
peculiar historia. La percepción,
atención, memoria, aprendizaje, pensamiento, inteligencia y lenguaje se han
desarrollado como parte de un proceso evolutivo.
Desde
un punto de vista evolutivo, esto significa que la superioridad del psiquismo
superior humano y sus procesos, debe interpretarse como un complejo mecanismo
en el que intervienen múltiples instrumentos adaptativos cuyo resultado final
es lo que comúnmente entendemos por "conocimiento". Como proceso,
está relacionado directamente con la antropogénesis o proceso de hominización.
Desde
un punto de vista histórico y cultural, el conocimiento humano puede entenderse
como un conjunto de etapas o estadios del saber consecutivos (se suceden unos a
otros en el tiempo) y coexistentes (los nuevos estadios no suponen la
desaparición de los anteriores). Los estadios iniciales del conocimiento o saberes
primitivos aparecen en el Paleolítico Superior y son la magia, el mito, la
técnica, la religión, y posteriormente la filosofía, la teología, la ciencia y
la tecnología.
La magia
El
saber mágico se relaciona con la idea de que las cosas que nos rodean tienen
poderes ocultos, pero también con la de que ciertos objetos construidos por el
hombre, por medio de diversos rituales, pueden adquirir esa condición, como
amuletos, fetiches o talismanes. Así, la primera forma de tratar de explicar al
mundo fue a través de la magia, de tal modo que la lluvia, el trueno, el Sol,
la tierra, los animales y todo cuanto existía, tenían un poder superior al
orden natural.
La
magia intenta sobre todo solucionar problemas de tipo práctico (conseguir que
llueva en tiempos de sequía, curar enfermos, alejar a los malos espíritus,
etc.). Para logarlo, se vale de un conjunto de ritos, conjuros, gestos ...,
destinados a dominar las fuerzas superiores que rigen la naturaleza, mediante
procedimientos ocultos y solo accesibles a ciertos individuos privilegiados. La
base de la magia es la creencia en que todas las cosas están animadas por
espíritus (animismo).
Se
caracteriza por ser un saber de dominio, procedimental, privado y dogmático:
- De
dominio. Mediante la magia una casta socialmente privilegiada, los
brujos o chamanes, pretende poseer un saber y unos procedimientos de control y
de predicción, sobre los fenómenos naturales y espirituales.
- Procedimental.
Los brujos o chamanes saben ejecutar con rigor y eficiencia determinados ritos
pautados, unidos a ceremoniales y fórmulas ocultas, en virtud de los cuales
suceden los acontecimientos previstos y esperados.
- Privado.
El saber de la casta no es público o intersubjetivo sino secreto. Se transmite
de manera endogámica ente los iniciados de la casta elegida.
- Dogmático.
Por su carácter privado no es posible ni está permitido que sus resultados
puedan ser cuestionados o criticados aun en el caso de que no resulten
adecuados. Por otra parte, no se admite que los resultados insatisfactorios
invaliden la supuesta eficacia de los procedimientos rituales.
El
pensamiento mágico fue el intento inicial que el ser humano efectuó para tratar
de explicar el mundo en que vivía; pero con el paso del tiempo éste resultó
insuficiente, sobre todo a partir de que nuestros ancestros concluyeron que los
fenómenos naturales representaban la voluntad de fuerzas o espíritus
superiores.
El animismo.
El
pensamiento y la imaginación del hombre crecieron gradualmente. Éste creyó ver
imágenes entre las ascuas incandescentes de una hoguera, en los árboles, en las
nubes; parecían tomar formas extrañas en el día, en el crepúsculo o por la
noche. Sintió el estruendo de la tierra al moverse, oyó extraños sonidos en los
bosques, las colinas, los mares y los ciclos, entonces se imaginó que la
naturaleza estaba habitada por seres benéficos y protectores, pero también por
seres maléficos y destructores. Su entorno tenía vida.
Así
infunde alma (anima) o espíritu a los elementos naturales: el sol, el viento,
la noche, el rayo, el día. los temblores, los volcanes, etc., espíritus buenos
y espíritus maléficos, a los cuales reverencia para luego inventar ritos y ceremonias
que alaban o buscan calmar el enojo de las fuerzas que lo amenazan. Después
pintó en las paredes de sus cuevas, hizo figuras con piedra tallada o barro que
en su mayoría representaban las fuerzas de la naturaleza. Casi toda su
expresión artística tenía formas femeninas, quizá debido a que con ella buscaba
estimular la fertilidad de la naturaleza o porque quería sentirse el amo en su
entorno familiar.
El
animismo (del latín anima: alma, aliento), según la Psicología, hace referencia
al punto de vista que considera la mente humana como entidad no material y que
sostiene que todos los objetos del entorno poseen un alma o ser interno. A esta
doctrina se le ha llamado Panpsiquismo. El físico alemán George Ernest Stahl
(siglo XVII) aportó esta palabra para explicar su teoría, según la cual todo
tiene un alma o principio vital que es responsable de todo desarrollo orgánico.
Todos
los pueblos de la antigüedad trataron a los elementos naturales y a los objetos
como animados, como si tuvieran vida, sentimientos y voluntad propia. Como
ejemplo citamos a las culturas mesopotámica, egipcia, helénica y romana, en el
viejo mundo; a la mexica o azteca, la maya, tolteca, etc, en Mesoamérica, y a
la inca, en Sudamérica. El animismo, como creencia cultural, todavía existe en
muchos pueblos de la actualidad y florece como en sus primeros tiempos en la
India, monasterios lamas, en la santería cubana, en muchos de nuestros pueblos
y en las culturas de los pueblos africanos.
El
mito,
En
todos los pueblos del mundo, los seres humanos buscaron una forma de entender
los misterios de la naturaleza y de su propia vida. Una de las maneras en que
fueron explicados estos misterios es la que se elabora en la interpretación que
aparece en los relatos míticos. El mito es una forma de comprender la realidad.
En los mitos, los seres humanos ocupan un mismo lugar en el universo de
símbolos junto con la naturaleza y las divinidades; ellos nos cuentan aquello
que sucede en esta relación.
La palabra mito proviene del griego antiguo muthos
(relato). Los mitos son narraciones o
relatos que explican e interpretan los orígenes, tratan acerca de la creación
del mundo (cosmogónicos), el origen de los dioses (teogónicos), del ser humano
(antropogónicos) del surgimiento de seres, cosas, técnicas e instituciones
(etiológicos), del origen del bien y del mal (morales), fundacionales (de
ciudades) y escatológicos (fin del mundo) El mito cuenta cómo, gracias a las hazañas
de seres divinos los dioses o excepcionales los héroes, ha tenido su origen
la realidad, por qué es como es y cuál es el lugar del individuo en ella.
El
mito, además, permite justificar las acciones, los valores y las costumbres
humanas y servirles de modelo. Lo narrado es aceptado por toda la sociedad
basándose en la autoridad de la tradición.
El
objetivo principal de los mitos es ofrecer una explicación total acerca del
universo y del individuo. Los mitos son un saber pre-racional: Tienen su origen
en la actividad emocional e imaginativa del ser humano.
Recurren
a representaciones simbólicas como, por ejemplo, dioses antropomórficos
(divinidades con cualidades humanas que, en muchas ocasiones, presentan en su
cuerpo parte de algún animal.
Hacen
posible que el hombre construya la imagen de su propio mundo por medio del
denominado razonamiento por analogía.
Los
mitos nos han llegado por tradición oral; sin embargo, no debemos considerarlos
sólo como cualquier otro relato. Además de ser una historia, un mito es una
vivencia que supera lo que podemos contar con las palabras; constituye la
posibilidad de generar sentidos, al producir prácticas culturales,
instituciones, creencias, hábitos, ideas.
Además,
el mito es un saber que se caracteriza por ser antropomórfico, animista,
indeterminista y prescriptivo.
-Antropomórfico.
Los grandes fenómenos actúan dramáticamente, encarnados en agentes naturales
personificados.
-Animista.
La naturaleza está poblada de espíritus vivos, conscientes e intencionales.
-Indeterminista.
Lo que acaece en la naturaleza sucede de forma arbitraria y azarosa,
dependiendo de la voluntad imprevisible
de las fuerzas que rigen el cosmos y no de un sistema regular de causas.
-Prescriptivo.
De la narración se siguen pautas o patrones normativos de conducta, como rituales,
exigencias, prohibiciones y tabúes.
Los
mitos no son propiamente una religión, aunque se confunden con ella por
contener elementos mágicos o formar parte de las religiones. El pensamiento
mítico está relacionado con el pensamiento religioso en la medida en que suele
presentar un politeísmo
antropomórfico, según el cual existe una gran diversidad de dioses que
personifican fuerzas o poderes naturales. Estos dioses adoptan formas humanas,
comparten con los mortales sus vicios y pasiones, pero en todo caso son más
poderosos y avasallantes.
Durante
mucho tiempo se ha creído que los mitos y la mitología eran un conjunto de
ficciones creadas por poetas, narraciones novelescas sin utilidad para
historiadores y científicos, incluso no falta quien cree que no merecen la pena
ser estudiados.
Sin
embargo, los adelantos y descubrimientos de la filología y la Filosofía han
servido de auxiliares poderosos para desentrañar el oculto significado de los
mitos. Su conocimiento e interpretación filosóficos es útil para la
investigación de los orígenes y raíces lingüísticas, para investigar el
progresivo desarrollo de las ideas religiosas y sociales de los pueblos
antiguos y modernos, asimismo, dan a conocer las características de los pueblos
y sus épocas, sus ideas y numerosos detalles de su vida, a la Arqueología le
sirven para interpretar la cultura y el pensamiento contenidos en los
monumentos que crearon.
Para
muchos filósofos los mitos no son más que la envoltura que esconde los tesoros
de una sabiduría misteriosa, en la que sus creadores ocultaron el conocimiento
de las grandes leyes del mundo físico y del origen de las cosas.
El
tercer estadio del conocimiento es la religión.
Es evidente que existe una continuidad entre la religión, como forma de
interpretación del mundo, y el mito y la magia.
La
religión es un modelo explicativo de los fenómenos naturales (orden cósmico) y
humanos (nacimiento, muerte, sexo, familia, trabajo...).
El
pensamiento religioso se remonta a los orígenes mismos de la especie humana.
Antropólogos, sociólogos, filósofos, etc., han elaborado diversas teorías para
tratar de explicar cómo pudo haber surgido la creencia en dioses o entes
superiores.
Algunos
piensan de manera parcial que la fuente de toda religión es el temor que
experimentó el hombre frente a impactantes fenómenos naturales, como huracanes,
terremotos, tempestades, eclipses. Al no encontrar una explicación
satisfactoria de estos “extraños” fenómenos se optó por atribuirlos a poderes superiores
y divinos.
También,
se ha sostenido que el sentimiento religioso nace ligado a una preocupación por
la muerte. Se parte de la idea de que, sin duda, uno de los instintos humanos
más arraigados es el temor a la muerte, de ahí que en muchas religiones
encontremos el culto a los muertos acompañado de sus imprescindibles ritos
funerarios.
En
las religiones más primitivas encontramos, por ejemplo, el totemismo, que nos remite al culto a los antepasados. Según E.
Cassirer, las sociedades totémicas primitivas tendían a eliminar el temor a la
muerte, oponiendo una confianza en la solidaridad, en la unidad compacta e
indestructible de la vida en torno a la figura y espíritu de un tótem.
Debemos
señalar que el pensamiento religioso, desde sus inicios hasta la época actual,
ha sufrido una evolución considerable, lo que nos permite hablar de religiones
primitivas y desarrolladas. Con el paso del tiempo surgió la idea de que en
lugar de varias divinidades había solo un ser superior (monoteísmo), quien
actuaba y determinaba todo lo que ocurría a nuestro alrededor. Lo que pasa en
el mundo no es consecuencia de la veleidad de los dioses (politeísmo); todo
cuanto acontece, así como el destino del hombre, está sujeto a un ser
todopoderoso (monoteísmo).
En
la historia de las religiones es posible encontrar un grado diferente de
experiencia, de conocimientos y formas de comunicación entre el hombre
religioso y la divinidad.
En
las religiones arcaicas es difícil separar la religión propiamente dicha con su
conjunto de creencias, ritos, ceremonias y liturgias, de los mitos y la magia.
A veces no podemos establecer con precisión cuándo termina el mito y cuándo
comienza la religión.
La
magia se basa en la creencia de que hay ciertos poderes o fuerzas que pueden
ser controladas para causar daños o beneficios. El mago o chamán que se
adiestra en las prácticas o “artes” de la magia pretende, en un momento dado,
curar enfermedades, obtener una buena caza, propiciar la lluvia, curar a un
enfermo o dañar al enemigo.
Pero
mientras que la magia se presenta como una actividad utilitaria orientada a un
fin específico, la religión es un pensamiento complejo, donde se entremezclan desde
el temor hasta el amor, la esperanza, la fe y el arrobamiento ante lo sagrado.
Al
trabar contacto con la divinidad, el ser humano comprende su pequeñez, su
finitud, su situación de pecador que recurre a Dios para agradecerle, para
suplicarle y pedirle dones invocando misericordia. Así, con el pensamiento
religioso, el hombre busca afanosamente a Dios concibiéndolo como lo más
grandioso y perfecto, como encarnación de la santidad.
En
un sentido amplio -con el afán de que abarque
a todas las religiones
(primitivas y actuales), se
puede definir la religión como el
reconocimiento real, tanto interior como
exterior, de la
relación vital del hombre con la
divinidad. Se llega a esta
definición a través de tres grandes experiencias del hombre:
- Indigencia
y deseo del ser humano. La primera experiencia podemos expresarla en
dos momentos interrelacionados: 1) la situación
de indigencia y limitación del ser humano.
El hombre se da cuenta de que
tanto el
como el mundo
en el que vive
son realidades limitadas, contingentes,
incapaces de encontrar en sí mismas
el origen y el
sentido cabal de su existencia. Ante esta experiencia, el hombre se pregunta
por su identidad personal: ¿quién soy
yo?, y no alcanza a encontrar en sí mismo una respuesta
satisfactoria. 2) Esa limitación e indigencia origina en el hombre
una serie de inquietudes
o deseos: el
de conocer el origen
y la causa de su existencia ¿de dónde vengo?, ¿para qué existo?; el de buscar una explicación a las circunstancias de la vida:
el dolor, el
amor, la libertad, la enfermedad, la injusticia; por último,
el de conocer el
sentido ultimo de su
vida: ¿qué hago
en el mundo?,
¿adónde voy?, ¿Seguiré
existiendo después de la muerte?
- La
dependencia de un Ser Absoluto. La experiencia de su limitación y de
sus deseos lleva
al hombre a
otra experiencia: a
darse cuenta de que
depende de Alguien que le ha dado el ser, de Alguien de
quien ha recibido el don de
la vida, de Alguien
que influye en las
circunstancias de su existencia
cotidiana. En otras palabras,
el hombre percibe
que depende de una realidad
misteriosa que le sustenta,
que le ayuda,
que le habla en el interior de su
conciencia, que aparece coma un Bien
para el hombre y
que la mayor parte
de las pensadores
han llamado Ser Absoluto y
Bien Absoluto. Con su reflexión racional, el
hombre toma conciencia o «reconoce»
que ese Ser Absoluto
es distinto del hombre y del
mundo, y que es infinito en todo lo que el hombre
es capaz de conocer
y de imaginar:
es todopoderoso, infinitamente
bueno y sabio, eterno, y en el
está el principio y el fin de la
vida humana y de todas las cosas existentes.
De esta experiencia brota espontáneamente el impulso de conocerle,
tratarle, amarle, adorarle y pedirle lo
que las hombres
no somos capaces de
conseguir. Es decir, brota en el
hombre el «deseo»
de tener una relación. vital con ese SerBien Absoluto al que
las hombres llaman la
divinidad. Desde otra perspectiva se puede decir que
el hombre se
siente comprometido con la divinidad en todas
sus dimensiones: individual,
familiar, profesional, social,
cultural; también se puede decir que las
diversos aspectos de la existencia humana hacen referencia a la
divinidad.
c) La relación con la divinidad. La tercera experiencia es la expresión real, con actos internos y externos,
de ese deseo
de relacionarse con la
divinidad. Para que se dé la religión
no basta con que el hombre reconozca o tenga
conciencia de que existe
la divinidad, sino
que es necesario
que el hombre la exprese de modo
«real» en las diversas
facetas de su vida individual y
social. Debido a la naturaleza del
hombre, este expresa sus mas profundas convicciones
de relación con la divinidad mediante actos
internos y externos, que
abarcan lo que suele
denominarse «contenidos» de toda religión: las
creencias, las normas
morales, las ritos
y la comunión con
el grupo.
En
definitiva, podemos decir que la religión no es
solo el conocimiento
o el deseo
de la divinidad como Bien Absoluto: ni
solo el deseo de
felicidad plena; ni mucho
menos una exigencia
arbitraria par parte del Ser
Absoluto. La religión es el
reconocimiento real, con actos
interiores y exteriores,
de la relación vital del
hombre con la divinidad, que brota
espontáneamente de la experiencia de la limitación
del hombre y de la conciencia de su propia dignidad
personal.
A
la vista de estas experiencias humanas, puede afirmarse que la religión no es
un hecho meramente cultural y relativo,
que puede desaparecer, sino
una realidad antropológica,
es decir, una
dimensión de la persona humana
radicada en la racionalidad.
El
cuarto estadio de conocimiento es la
técnica. Se podría considerar con razón que el conocimiento técnico es
el más antiguo y anterior en la evolución biológica y cultural del ser
humano. La utilización, primero, y la
posterior fabricación y perfeccionamiento de útiles y herramientas son modos
indudables de tal forma de conocimiento. Se caracteriza por ser un saber práctico,
especializado, público y revisable.
-Práctico.
Se trata de un conocimiento que se sustenta en reglas basadas en el ensayo y
error. Además, no se fundamenta, hasta una época muy avanzada, en unos
conocimientos teóricos previos o etapa última de la tecnociencia, en la que
cabría distinguir técnicas de tecnologías.
-Especializado.
Tiene su origen en la división social del trabajo, resultado de la evolución
cultural, y en la subsiguiente clasificación de las múltiples categorías
técnicas. Es notorio como la división especializada de las técnicas es un precedente
ineludible de la organización futura de las distintas ciencias.
-Público.
La técnica, como la magia, es un saber de predicción, control y dominio, pero a
diferencia de esta, sus reglas y procedimientos son progresivamente
compartidos, no esotéricos ni exclusivos.
-Revisable.
El carácter público o intersubjetivo convierte a la técnica en un saber
sometido a la revisión y al perfeccionamiento continuo de sus reglas.
Se
puede considerar al arte como
otra etapa inicial de conocimiento humano. El horno sapiens sapiens contó con
numerosas manifestaciones artísticas, unidas a la fabricación de útiles
domésticos, armas para la defensa o la caza, vestidos y adornos corporales e
incluso una cierta disposición decorativa del espacio habitable. Pero las
manifestaciones artísticas más avanzadas son, sin duda, las pinturas rupestres,
como las encontradas en Altamira y Lascaux, cuya realización data de hace
14.000 años aproximadamente.
El arte tiene las siguientes
características:
Utilidad.
No es posible separar claramente, en sus orígenes, el arte de la técnica. En
los comienzos del set humano no se puede hablar con propiedad de un arte
"puro'. Los objetos modelados son. en primer lugar, útiles o herramientas
y como tales no pertenecen de modo inmediato al arte entendido en sentido no
técnico sino estético. Un instrumento o un arma se fabrican con una finalidad
práctica basada en el criterio de utilidad, no de belleza.
Belleza.
Los testimonios materiales de que disponemos nos muestran que el hombre
prehistórico tenía un innegable sentido de la forma, el volumen y el color. Los
primeros artífices eran también auténticos artistas: sus
productos
o artificios eran, además de útiles o herramientas, genuinas obras de arte con
un sentido de la belleza inequívocamente estético.
Significado.
La obra de arte no se detiene en la utilidad y la belleza, sino que aspira
además a un conocimiento completo del entorno, tanto de la naturaleza como de
la vida humana. Las obras de arte obedecían a ciertas reglas significativas o
espirituales cuya función era interpretar y controlar los fenómenos naturales
(orden cósmico), sociales (organización de la familia y el parentesco,
justificación del poder social o la división del trabajo) y vitales (nacimiento.
sexo, muerte). Además, tanto en la obra de arte primitiva como en la actual es
posible analizar los diversos elementos significativos que la componen:
estilísticos, plásticos, intelectuales, simbólicos, expresivos o narrativos,
entre otros.
Intencionalidad.
Ya desde sus orígenes en el Paleolítico superior las manifestaciones artísticas
tienen un significado múltiple. Como hemos señalado, las pinturas rupestres
tenían diversas intenciones: ornamental.
puesto
que decoraban los abrigos rocosos; propiciatoria, ya que invocaban a los
espíritus de la caza o de la fertilidad; interpretativa, porque buscaban una comprensión
de los fenómenos naturales y sociales.
Todas las culturas del mundo —la
asiática, la africana, la de Oriente Próximo, la del hemisferio
europeo-occidental— han fomentado la escritura sapiencial. En muchos pueblos de
la Antigüedad encontramos brotes de sabiduría como una transición entre la
etapa mitológica y religioso. En ella ya empezaba a gestarse el avance racional
de darle forma a los mitos y organizar las sociedades en todas sus direcciones.
Los pre filósofos fueron verdaderos sabios que
buscaron guiar a los hombres en su momento histórico, promoviendo cambios a la
tradición, organizando los mitos y creando las bases de las religiones que existen
en el mundo. Links para ampliar los temas:
- Sobre la conciliación de lo pre-racional con lo racional hacer clic aquí